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sábado, 7 de junio de 2014

"Hardware: Programado para matar
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Hardware

En unos Estados Unidos post-apocalípticos devastado por algún tipo de catástrofe nuclear la humanidad sobrevive en una efímera sociedad cuasi anárquica expuesta a la escasez de medios y a enfermedades, una de las formas habituales de ganarse el sustento es trapichear con los viejos restos aprovechables recogidos en el desierto de la Zona Radioactiva. Así, Moses (Dylan McDermott) adquiere la cabeza de un robot como regalo a su novia escultora Jill (Stacey Travis).  Pero el artefacto, perteneciente a un robot denominado M.A.R.K. 13, cobra vida, empieza a auto-reconstruirse y a asesinar a todo lo que se le ponga delante.

Hardware-Richard-Stanley

Vendida comercialmente como el Terminator de los 90, en realidad era una adaptación de un cómic del año 80 llamado “Shok”, el debut de Richard Stanley se puede definir como una mezcla visual entre “Mad Max”, “Blade runner” y cualquier body count  de terror con asesino al acecho a la usanza popular de  aquella época como “Helloween” o “Viernes 13”.  En realidad, formalmente guarda más paralelismo con el cine de Hitchcock (incluído homenaje a “Psicosis” en su clímax) y el único paralelismo con la obra de Cameron se reduce a la frase robot persigue a moza.

hardware_atac dutxa

El fuerte cromatismo de la fotografía de Steven Chivers con saturados colores rojizos y anaranjados más el uso de planos cerrados, cámara subjetiva y un onirismo latente por parte de Stanley otorgan al la película un inquietante aire de terror y asfixia malsana que cumple perfectamente con el cometido del filme donde la violencia es cruda y directa. La elección de planos, el montaje y la arriesgada narrativa de Stanley, formado profesionalmente en el arte del videoclip británico como coetáneos suyos que también dieron el salto al celuloide tal que Russell Mulcahy (“Los inmortales”) o Steve Barron (“Las tortugas ninja”), dotan a la película de una fuerza propia que la aleja de la vulgar serie B de sci-fi donde por argumento y presupuesto (unos exiguos dos millones de dólares de la época) se le ha encuadrado siempre y acercándola a otras obras donde el cruce de géneros se hace evidente como “Alien”. Huelga decir la importancia que tiene la música tanto física como metafísicamente, con canciones de metal y rock electrónico de la época integradas en la trama por medio de una radio donde el locutor es Rabioso Bob (un histriónico Iggy Pop referente directo del locutor usado en “Reservoir dogs” por Tarantino) y cameos de Lemmy Kilmister y Carl McCoy, líderes de Motorhead y Fields of Nephilim respectivamente. El excepcional uso del espacio y el fuera de campo junto al marcado acento británico de los actores, pese a que la acción se desarrolla supuestamente en una ciudad estadounidense, dota al filme de una pátina de oscuro cuento de hadas cyberpunk que llega a su cénit con la escena final psicotrópica y desquiciada cargada de simbolismo.

hradware

Paul Catling fue el encargado de diseñar el M.A.R.K. 13, para lo que se usaron diferentes maquetas y animatronics, en vez del stop-motion ideado desde el principio, con gente del equipo de “Alien” con la curiosidad de que, ha sido referente apócrifo directo de cosas tan dispares como el cómic noventero “Superpatriot”, la posterior “Máquina letal” (un remake-reboot en toda regla) o el antagonista de “Robocop2”. Pese al éxito cosechado en ventas de vídeo directo y su influencia posterior, Stanley no llegó a un acuerdo para su continuación. ¡Toda una peliculaza de evasión y fuga digna de reivindicar y de obligatoria revisión!




Por Eu Caricato.


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